Así comienza el libro...

El perro. Fue con él con el que empezó todo. Si no hubiera visto al perro solitario quizá no habría ocurrido nada. Nada de lo que después se convirtió en algo tan importante que cambió todo. Nada de lo que primero fue emocionante y luego espantoso. Todo empezó con el perro. El perro solitario que había visto aquella noche del invierno pasado cuando se había despertado de repente, se había levantado de la cama y se había sentado en la especie de hornacina donde estaba la ventana. Por qué se había despertado en mitad de la noche era algo que no sabía. ¿Habría soñado tal vez?

lunes, 23 de abril de 2007

Si te gustó El perro que corría hacia una estrella, te gustará la continuación

Las sombras crecen al atardecer
Henning Mankell
Colección Las tres edades

Quienes supieron valorar y disfrutar de El perro que corría hacia una estrella, no deben perderse este nuevo título, en el que reaparece el personaje de Joel.
En esta obra, lo reencontramos en 1956, a punto de cumplir 12 años de edad, en el momento en que realiza un singular descubrimiento. Al cruzar una de las calles del pueblo donde vive con Samuel, su padre, falta muy poco para Joel muera atropellado por un autobús; pero justo cuando va a ser aplastado por las ruedas delanteras del vehículo, resbala, cae de espaldas sobre el pavimimento y el vehículo le pasa por encima, dejándolo ileso.
"Supongo que fue un milagro", concluye el protagonista, horas después, cuando se recupera en el pequeño hospital de la localidad, y decide que tendrá que agradecer, de alguna manera, el hecho de haber conservado la vida.
A partir de esta escena climática, situada en el segundo capítulo de la historia, la trama avanza a través de los encuentros que sostiene Joel con distintos personajes, algunos francamente estrafalarios. Las buenas acciones que intenta llevar a cabo con la mejor de las voluntades Joel para tratar de incidir en las complicadas relaciones de los adultos, no consiguen los fines previstos...

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Los días pueden llegar a ser monótonos en una ciudad con muchos bosques y poco sol, donde tu padre habla poco y se siente la soledad de una madre ausente. Y Joel inventa un mundo de sueños y desafíos para crecer. Pero la realidad de cada día se hace presente y, además de inventar historias, Joel tiene que asumir sus responsabilidades, sus amistades y su pasado.